Los portugueses se interesaron por primera vez por África oriental a principios del siglo XVI, al extenderse su imperio hacia el este a través del Océano Índico, una región donde el comercio ya estaba bien organizado, en manos de africanos, indios y árabes. Los ataques, por parte de los portugueses, a las ciudades comerciales en la Costa Swahili y al reino de Mutapa, no les aportaron beneficios tangibles, porque los mercaderes simplemente se desplazaron hacia el norte. En consecuencia, los europeos decidieron concentrarse en el área que más tarde se convertiría en el África oriental portuguesa (también llamada Mozambique portuguesa), más hacia el sur. Mozambique fue colonizada por portugueses, que se integraron con las comunidades locales del interior del país, y permaneció como colonia portuguesa hasta que logró la independencia en 1975.
Costa swahili
La costa swahili, localizada en las orillas de África oriental, era una región en la que mercaderes africanos, árabes y musulmanes se mezclaron para crear, a partir del siglo VIII, una identidad única conocida como cultura swahili, que es el nombre de su lengua y que significa ‘gente de la costa’. La costa prosperó entre los siglos XII y XV gracias a la profusión de pequeñas islas y puertos naturales. Treinta y cinco ciudades comerciales, como Mombasa, Mogadiscio y Zanzíbar, establecieron contactos comerciales lucrativos con tribus africanas del interior y con estados al otro lado del océano, como Arabia, India e incluso China. Oro, marfil, conchas de tortuga, pieles de animales y esclavos procedentes del interior de África eran intercambiados por mercancías como seda, especias, incienso, porcelana Ming, objetos de vidrio, coral y joyería.
A finales del siglo XV llegaron los portugueses, alterando ese equilibrio comercial centenario. El primer movimiento importante en ese juego de imperios llegó en 1498-1499 con el viaje de Vasco de Gama (ca. 1469-1524). El explorador portugués había doblado audazmente el cabo de Buena Esperanza y había remontado la costa oriental de África, antes de seguir navegando hacia India. Con ello estableció una ruta marítima entre Europa e India, a la vez que se dio cuenta de los barcos comerciales cargados con mercancías valiosas que estaban atracados en los puertos swahili.
A partir de 1502, la intención de los portugueses fue hacer valer su fuerza en el comercio de la región, y lo hicieron hundiendo barcos, destruyendo ciudades y construyendo fuertes para lograrlo. Tenían un objetivo secundario en sus ataques en África oriental, que era infligir el mayor daño posible al mundo islámico. La costa swahili era una zona de África dominada mayoritariamente por musulmanes, tal como indica el historiador P. Curtin: “La religión musulmana se convirtió finalmente en uno de los elementos centrales de la identidad swahili. Ser swahili, en los últimos siglos, significaba ser musulmán” (125).
Los que siguieron a Vasco de Gama buscaban una cosa: el control total de la red comercial del Océano Índico. Los portugueses tenían un armamento superior y lo utilizaron para causar estragos entre las ciudades-estado swahili cuyas rivalidades (por ejemplo, entre los sultanes de Malindi y Mombasa) les impidieron dar una respuesta unificada a esta nueva y mortal amenaza. Una vez conseguido, con relativa facilidad, el dominio de la región, los colonos y comerciantes portugueses se establecerían en diversos puntos de la costa swahili, como Malindi, Mombasa, Pemba, Sofala y Kilwa. Muchos comerciantes no portugueses continuaron sus actividades, al no poder estos ejercer su control sobre todo el Océano, con lo que finalmente la cooperación resultó ser más lucrativa que la confrontación.
Los portugueses fundaron colonias en la India, la principal en Goa portuguesa (1510), que pasó a ser la capital del Estado da India (denominación del Imperio portugués al este del cabo de Buena Esperanza). Su intención era controlar los dos lados del Océano Índico. Conforme se fueron estableciendo más colonias en la India, se intensificaron los ataques a la costa swahili desde esas bases. Ya en 1505, la ciudad de Kilwa fue convertida en ruinas por los cañones portugueses, conquistada y fortificada de nuevo. Se construyeron fortalezas a todo lo largo de la costa oriental de África, las principales en Sofala en 1505, la isla de Mozambique en 1507 y Shama en 1526.
En 1536 se conquistó el puerto de Massawa, en el reino de Abisinia (Imperio etíope). Sin embargo, el gobernante abisinio no quedó demasiado descontento con esa pérdida, porque pudo adquirir de los europeos armas de fuego, que le resultaron útiles en sus propias batallas con la fuerzas rivales de la región. Los portugueses estuvieron encantados de encontrar que Abisinia era un reino cristiano y un aliado contra lo que parecía ser una zona este de África dominada por el Islam. Las cosas fueron bien al principio cuando, en 1543, los portugueses ayudaron a los etíopes a derrotar al ejército de Ahmad ibn Ibrahim al-Ghazi (ca. 1506-1543), líder del sultanato de Adel, al norte. Desafortunadamente, los misioneros jesuitas portugueses y los sacerdotes coptos indígenas de Abisinia se enfrentaron, y una guerra civil acabó con la expulsión de los europeos.
Un fallo mucho más serio en la política exterior de Portugal en la región fue su total falta de interés en establecer acuerdos comerciales mutuamente provechosos con las ciudades swahili o los reinos africanos del interior. Los puertos portugueses eran simplemente puntos de almacenamiento de mercancías, sin ningún tipo de administración duradera establecida. Lo que querían los portugueses no era más que extraer todo lo que tuviera algún valor, al menor coste posible, preferiblemente ninguno. Al crecer su presencia, pudieron adoptar una postura más agresiva frente a sus rivales comerciales. Los barcos eran hundidos y las mercancías confiscadas. El resultado de esa política de rapacidad fue que los mercaderes se desplazaron hacia el norte, y la costa swahili entró en una profunda decadencia.
Mutapa
Al marcharse los mercaderes, los portugueses intentaron lo mejor que podían hacer, que era encontrar las mercancías en su origen. Para ello, en 1530 se despertó su interés por el reino de Mutapa, hacia el extremo sur (el actual norte de Zimbabue y sur de Zambia). Los pueblos shona de lengua bantú de Mutapa (fundado en ca. 1450) habían heredado la red comercial de la región de su predecesor el Gran Zimbabue (ca. 1100- ca. 1550). Los productos de Mutapa, como oro y marfil, se comerciaban con Sofala, un enclave controlado por la ciudad swahili más meridional de Kilwa. A partir de 1530, los portugueses intentaron establecer mercados comerciales (feiras) en Mutapa, pero sus interferencias en los asuntos locales, en particular sus intentos de difundir el cristianismo, provocaron el conflicto con los gobernantes de Mutapa. En un caso típico de interferencia colonial, el reino entró en un período de guerras civiles. Un pequeño número de terratenientes portugueses se refugiaron en los enclaves fortificados de Sena, Tete y Zumbo, en el valle del Zambeze.
Más al norte, los portugueses todavía causaban estragos a lo largo de la costa swahili, explotando las rivalidades entre ciudades y conquistando Mombasa en 1593, donde se construyó un fuerte enorme, Fuerte Jesús, en el que los portugueses establecieron su cuartel general en la región. En 1633 se adoptó una nueva estrategia en Mutapa por la que, con la ayuda de los colonos portugueses que se habían casado con mujeres locales, los portugueses si hicieron con el control total del reino. Desafortunadamente, Mutapa no era ni mucho menos lo rica en oro que se pensaba; nada que ver con las civilizaciones inca o azteca que su gran rival, España, estaba expoliando en América.
La decadencia del comercio en África oriental, la decepción por las riquezas inexistentes de Mutapa y el problema fatal de las enfermedades tropicales, hicieron que la Corona portuguesa abandonara sus ambiciones en la costa swahili y, por el contrario, se concentrara en la isla de Mozambique, situada entre la costa swahili y el norte de Mutapa, al sur. Batua, otro reino shona, tomó el relevo de Mutapa en 1693.
Mozambique portuguesa
El área de la actual Mozambique estuvo habitada inicialmente por personas de lengua bantú, que habían llegado como parte de la migración bantú entre los siglos I y IV. El famoso marino, explorador y comerciante chino almirante Zheng He (alias Cheng Ho, ca. 1371-1433) visitó Mozambique en el primer cuarto del siglo XV, y a finales de dicho siglo ya se habían establecido en la zona comerciantes árabes. Cuando en 1498 Vasco de Gama se detuvo allí para reabastecer sus barcos, sin duda los portugueses se dieron cuenta del potencial colonial de esa costa. Los primeros colonos portugueses llegaron a la isla Mozambique en 1506, creándose una capitanía, con la tierra parcelada para su desarrollo. La Corona controlaba todo el comercio de entrada y salida de Mozambique, haciendo de ella una colonia muy rentable. Sin embargo, hacia mediados del siglo XVI se vio que Mozambique no era tan rica en oro como se esperaba. Se podían hacer algunos negocios a nivel local, con el marfil como un producto con gran potencial, pero demasiado difícil de obtener y demasiado voluminoso como para conseguir grandes beneficios con él.
Mozambique pasó a ser parte del Estado da India en 1571. Las carracas surcaban regularmente el Océano Índico entre Mozambique y Goa, como parte de la ruta conocida como carreira da India. Igual que en otras colonias portuguesas, muchos inmigrantes europeos eran indeseables (degredados), enviados por las autoridades desde Portugal para librarse de ellos. Esos viajeros involuntarios incluían convictos, mendigos, prostitutas reformadas, huérfanos y disidentes religiosos. Las poblaciones costeras pronto desarrollaron una arquitectura europea, especialmente villas, iglesias y carreteras pavimentadas. Mientras tanto, muchos portugueses se desplazaron hacia el interior, integrándose con las tribus locales, con matrimonios mixtos y a menudo adoptando el estilo de vida e incluso la apariencia de los africanos mozambiqueños. Se desarrolló un sistema denominado prazo, por el que los jefes africanos cedían tierras y derechos comerciales y fiscales a los portugueses y afro-portugueses, un acuerdo reconocido formalmente por la Corona portuguesa. En contrapartida, el designado (muzungo) tenía que garantizar la justicia en su territorio, supervisar los rituales tradicionales y dar el visto bueno a los jefes de las aldeas más pequeñas de su jurisdicción. Para mantener su posición, los muzungos tenían ejércitos privados de sirvientes (chicunda) que podían llegar a varios miles de africanos. En 1637 había al menos 80 prazos, la mayoría actuando de manera independiente de la débil administración portuguesa, con capital en Maputo.
Los holandeses atacaron muchas colonias portuguesas a principios del siglo XVII, incluida Mozambique, contra la que la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales lanzó ataques en 1607 y 1608. Los portugueses mantenían la esperanza de cruzar el interior de África y crear un nexo geográfico con la Angola portuguesa, al otro lado del continente, pero el avance británico hacia el norte desde Sudáfrica acabó con ese sueño. Tanto británicos como holandeses tenían una clara superioridad naval sobre los portugueses, pero también estaba la amenaza de los árabes omaníes del golfo Pérsico, deseosos de mantener el control de sus rutas comerciales en el mar Rojo. Los omaníes llegaron a la costa swahili y conquistaron Mombasa en 1698. Los portugueses la recuperaron por poco tiempo, en la década de 1720, pero el Imperio portugués, una hilera de puertos comerciales diseminados por el globo, era demasiado grande como para mantenerlo sin una ocupación terrestre significativa que aportara tropas para defenderlo. Después de más victorias omaníes, a los portugueses les quedó únicamente Mozambique como resultado final de todos sus esfuerzos en la costa este de África.
En 1752 Mozambique pasó a ser una administración separada del Estado da India y de Goa, con el gobernador de la colonia responsable directamente ante Lisboa. A partir de mediados del siglo XVIII se registró un crecimiento en el comercio de esclavos desde Mozambique, al aumentar la demanda de trabajadores en las plantaciones de caña de azúcar en las colonias francesas de Reunión y Mauricio. En el siglo XIX hubo más asentamientos en el interior, así como más exploración científica, al convertirse Mozambique en un territorio colonial a todos los efectos y no solamente una franja de fortificaciones costeras y territorios interiores desconectados.
A pesar de la prosperidad de algunos comerciantes particulares, la Corona portuguesa, a fin de cuentas, no obtuvo gran cosa de Mozambique. La resistencia indígena y la clara preferencia de los emigrantes portugueses por un colonia como Brasil trajeron consigo el abandono por parte de la Corona portuguesa de sus intentos para lograr el control directo, cediendo franjas del territorio a compañías privadas para que estas las desarrollaran. Una de ellas fue la Compañía de Niassa, que confiscó sin compasión los excedentes agrícolas de los granjeros indígenas. Otra fue la Compañía de Mozambique, que se dedicó a atrapar esclavos para las plantaciones de caña de azúcar. A finales del siglo XIX la colonia pasó a ser denominada oficialmente África oriental portuguesa.
No es de extrañar que, ante la ausencia de una autoridad centralizada, la gente de Mozambique tuviera la esperanza de lograr su libertad a través de la lucha. Un levantamiento importante estalló en 1917, la rebelión Barue, y el mismo año un ejército alemán invadió el norte de Mozambique. Los portugueses se aferraron a su colonia, que en 1951 fue convertida en una provincia de ultramar. Un nuevo movimiento comenzó en 1962, logrando finalmente la independencia en 1975, después de un período prolongado de políticas represivas y guerra de guerrillas. Posteriormente, una guerra civil asoló el país, hasta 1992.