Augusto (que reinó 27 a.C. a 14 d.C.), como hijo adoptivo y heredero de Julio César (100-44 a.C.), puso fin a la República romana y el 16 de enero del 27 a.C., por decreto senatorial, se convirtió en el primer Emperador romano. Sin embargo, no se le trataría como a un rey, sino como a un princeps, el primer ciudadano.
Principado
Augusto, un político nato, se veía como alguien inteligente y comunicativo, además de tenaz y astuto, y pronto se dio cuenta de que necesitaría ser astuto y sabio para evitar sus propios idus de marzo. Había aprendido del asesinato de Julio César y fue lo suficientemente inteligente como para evitar los errores que habían cometido sus predecesores. Después de derrotar a Marco Antonio y Cleopatra VII en la batalla de Accio en el año 31 a.C., Augusto enfrentó otro desafío importante: tenía que estabilizar el gobierno romano, y tenía que hacerlo de una manera "que lo dejara a cargo sin exponerse a las dagas que habían derribado a César". (Strauss, 25).
EL CONTROL DE AuGuSTO SOBRE LOS MILITARES LE PERMITIÓ TOMAR DECISIONES ESENCIALES SIN EL CONSENTIMIENTO DEL SENADO O DE LAS ASAMBLEAS.
Barry Strauss, en sus Diez Césares, tilda a Augusto de maquiavélico. Del 42 al 30 a.C., "luchó, mintió, engañó y pisoteó las leyes" (28). Al convertirse en emperador, Augusto encontró una manera de adaptar las prácticas tradicionales de la constitución romana a nuevas situaciones, pero cambió sus significados por completo. Se consideró una "resolución pragmática" a los problemas de un gobierno unipersonal. Del 31 al 23 a.C. mantuvo cónsulados continuos. A petición suya, el Senado le otorgó poderes de tribuno vitalicio, lo que le permitió no sólo proponer legislación sino también ejercer el veto. Además, también se le concedió imperium maius, es decir, poder superior a cualquier magistrado o procónsul. Además de la autoridad legal, el emperador también tenía lo que los romanos llamaban auctoritas: prestigio, respeto y capacidad de impresionar a los demás. Ambos serían esenciales para mantener su poder.
Suetonio (c. 69 a c. 130/140 d.C.), en sus Doce Césares, señaló que además de los poderes tribunicios otorgados a Augusto, también se le asignaron las tareas de supervisar la moral pública, escudriñar las leyes y realizar un censo público. Añadió que el emperador había pensado en restaurar la república pero decidió que "dividir las responsabilidades del gobierno entre varias manos no solo pondría en peligro su propia vida sino también la seguridad nacional, por lo que no hizo nada" (58). Strauss afirmó que, en teoría, Roma seguía siendo una república, pero en la práctica, Augusto era un monarca. Logró cambios "no mediante el lenguaje de la revolución sino mediante el lenguaje de la reforma y la renovación" (32). Hablaba de una manera que sugería que estaba restaurando la república, pero no de la manera que muchos en Roma esperaban.
Adrian Goldsworthy, en su Pax Romana, sostiene que el poder constitucional de Augusto se había desarrollado con el tiempo mediante prueba y error a medida que se le otorgaban cargos, honores y privilegios. Goldsworthy afirma que el reinado de Augusto, conocido como Principado, era, de hecho, una monarquía. El poder de Augusto dependía de su control del ejército romano, y con este control demostró su insensibilidad y deseo de extender el Imperio Romano. Su control del ejército le permitió tomar decisiones esenciales sin el consentimiento del Senado romano o de las asambleas. Justificaba sus decisiones arbitrarias no sólo por su leal servicio a la República sino también por sus victorias en guerras extranjeras. Goldsworthy no es el único que hace esta valoración del emperador. En su artículo El surgimiento de la monarquía 44 a.C.-96 d.C., Greg Rowe escribió que con el tiempo el principado "había llegado a ser visto como una monarquía en la que el emperador era más que la suma de sus poderes delegados". (Companion, 114)
Sin embargo, a diferencia de otras monarquías, el Principado conservó las instituciones de la antigua República romana: el Senado, las asambleas populares, los magistrados y el sacerdocio. Rowe añade que la relación de trabajo del emperador con estas instituciones parece haber dado al Principado Romano su "carácter distintivo". Rowe argumenta que después de que Augusto hubiera alcanzado el poder exclusivo "no había duda de que disolvería la República" (ibid); sin embargo, cumplió su promesa de poner orden en la República y mantener una relación de trabajo con ella. Al igual que con las asambleas, la autoridad del Senado se redujo considerablemente: ya no tenía el control de la política exterior, las finanzas y la guerra romana. Su número también se redujo de 1000 a sólo 800.
PARA AUMENTAR EL SUMINISTRO DE AGUA A LA CIUDAD, SE CONSTRUYERON DOS NUEVOS ACUEDUCTOS: AQUA VIRGO Y AQUA JULIA.
Carlos Gómez, en su Enciclopedia del Imperio Romano, argumenta que cuando los poderes de Augusto aumentaron también lo hizo la grandeza de la ciudad: "La creación de una imagen grandiosa de la capital y el crecimiento del resto del imperio fue un propósito fundamental de las reformas de Augusto" (36). A su llegada al poder en Roma Augusto descubrió una ciudad en deplorables condiciones debido a décadas de negligencia. Comenzó las reformas necesarias por lo que primero revisó todas las prácticas estatales y costumbres públicas. Antes de Augusto, los ediles habían controlado las obras públicas y la seguridad de la ciudad, pero esto terminaría pronto. Bajo el gobierno del emperador se hicieron varios cambios necesarios. Se construyeron dos nuevos acueductos, Aqua Virgo y Aqua Julia, bajo la supervisión de Agripa, para aumentar el suministro de agua a la ciudad. La distribución de cereales a los pobres se hizo más eficiente. Augusto también tomó medidas para proteger la ciudad del crimen y los incendios: se crearon los vigiles, un cuerpo de bomberos con siete cohortes de libertos para luchar contra los incendios y vigilar la ciudad. Para proteger al emperador se creó la Guardia Pretoriana de nueve cohortes de 500 hombres cada una.
También hizo esfuerzos por embellecer Roma al reconstruir templos y monumentos arruinados. Además de tres nuevos teatros y un anfiteatro, encargó la construcción del Panteón alrededor del 27 a.C., restauró el Templo de Pompeyo, la Vía Flaminia y limpió las orillas del Tíber. Gómez escribe que "transformar la ciudad le dio a Augusto una oportunidad de autopromoción" (55). En el campo de Marte, Augusto construyó su propio mausoleo. Al sureste de la tumba estaba el Ara Pacis (Altar de la Paz o Altar de Augusto) consagrado el 30 de enero del 9 a.C.
La religión, la moral y el arte
Augusto era muy consciente del estado de la religión en Roma y de la decadencia moral de la ciudad, algo que había sido una queja del orador romano Cicerón (106-43 a.C.) años antes. Esperaba resolver estos problemas al fomentar el matrimonio y con él la natalidad. Igualmente se propuso iniciar una serie de reformas religiosas. Entre las leyes promulgadas por el emperador se encontraba la Lex Julia de adulteriis coercendis, que convirtío el adulterio en un acto criminal, y la Lex Papia Poppaea, que penalizaba a los hombres solteros y a las parejas sin hijos.
Augusto esperaba que una restauración de las antiguas costumbres y creencias religiosas proporcionaría una confianza renovada en los dioses tradicionales y ayudaría a restaurar la confianza del pueblo en el gobierno. Construyó varios templos nuevos: uno a Apolo en el Palatino, otro a Júpiter en el Capitolio y otros a Minerva, Juno y Júpiter en el Aventino. El emperador se convirtió en pontifex, en augur, uno de los 12 decemviri y, en el año 12 a.C., se convirtió en pontifex maximus, realizando así todos los nombramientos de sacerdotes.
Hizo cambios en el calendario de festivales a los que agregó 30 nuevas festividades, algunos de los cuales celebraban acontecimientos de su vida y de la historia romana reciente (por ejemplo, su cumpleaños se convirtió en un festival estatal). Augusto estableció nuevos juegos seculares, los Ludi Seculares, que incluian sacrificios de animales y representaciones teatrales. El poeta Horacio (65-8 a.C.) escribió un himno secular, Carmen Seculares, a petición del emperador. El mismo emperador era un literato y escribió un relato en primera persona de su vida y sus logros titulado Res Gestae. Su apoyo a otros autores como Virgilio, Horacio, Ovidio y el historiador Livio dió paso a la edad de oro de la literatura romana.
Pax Romana
Uno de los mayores logros de Augusto fue la Pax Romana (Paz Romana): 200 años de relativa paz (27 a.C. a 180 d.C.), que finalizó después de los "cinco buenos emperadores", con el inicio del reinado de Cómodo (r. 177- 192 d.C.). Fue una época dorada de estabilidad, prosperidad económica e imperialismo romano. Como muestra de este poder, cerró las puertas del Templo de Jano, que habían permanecido abiertas desde la primera guerra púnica. Según Goldsworthy, esta paz "provino de la victoria y la fuerza, y de privilegios tan abrumadores que en el futuro ningún agresor se atrevería a arriesgarse a ir a la guerra" (169).
Aunque a Augusto se le habían concedido poderes militares supremos, tanto en Roma como en las provincias, se dio cuenta de que era necesario realizar cambios en sus legiones. La captura de los recursos financieros de Cleopatra había permitido financiar al ejército. El emperador redujo el número de legiones de 60 a 28. Este ejército romano reorganizado era ahora un ejército permanente y profesional, y cada legionario romano debía prestar juramento, no al estado, sino a Augusto.
Conclusión
Augusto cambió casi todo en Roma, convirtiéndola, como afirmó, en una ciudad de mármol. Según Gómez, se consideraba un nuevo Rómulo, el fundador de la nueva Roma. Para los ciudadanos de Roma, se convirtió en pater patriae o padre de la patria. En palabras de Matthew Dennison en Los doce césares, "la historia del reinado de Augusto es una de constante realineamiento político. Donde el poder asociado anteriormente con cargos electos se transfirió a un jefe de estado no electo" (48).
El gobierno de Augusto es conocido como el Principado romano, un sistema único en el que se conservaron las instituciones de la antigua República romana (el Senado, las asambleas populares, los magistrados y el sacerdocio), pero, al asumir varios cargos, Augusto tenía autoridad suprema y esencialmente gobernaba como un monarca.
¿Cuáles fueron los mayores logros de Augusto?
Augusto cambió casi todo en Roma. Transformó la República romana en el Imperio romano, se embarcó en un programa de construcción en Roma, estableció los vigiles y la Guardia Pretoriana, reformó las costumbres y la religión romanas y, a través del éxito militar, inició un largo período de relativa paz, la Pax Romana.
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Wasson, D. L. (2024, enero 23). Principado de Augusto [The Principate of Augustus].
(L. M. C. González, Traductor). World History Encyclopedia. Obtenido de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2363/principado-de-augusto/
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Escrito por Donald L. Wasson, publicado el 23 enero 2024. El titular del copyright ha publicado este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Tenga en cuenta que los contenidos enlazados desde esta página pueden tener condiciones de licencia diferentes.