El golpe del 18 de Brumario (9-10 de noviembre de 1799) fue un golpe de estado incruento ocurrido en Francia que derrocó al gobierno del Directorio y lo reemplazó con el Consulado. El golpe llevó a Napoleón Bonaparte al poder y, según la opinión de muchos historiadores, marcó el fin de la Revolución francesa (1789-1799).
Antecedentes: fatiga revolucionaria
En 1799, la Revolución Francesa entraba en su décimo año, y en París, varias facciones luchaban por el poder. El Directorio francés, el gobierno de Francia desde la inauguración de la Constitución del Año III en noviembre de 1795, era el centro de una feroz lucha política entre los neojacobinos en la izquierda y los monárquicos conservadores en la derecha. Ambos bandos amenazaban con alterar radicalmente el curso de la Revolución si llegaban al poder; los jacobinos buscaban implementar la radical Constitución de 1793 escrita por los partidarios de Robespierre, mientras que una victoria conservadora probablemente resultaría en un retorno a la monarquía. En las fronteras, Francia estaba envuelta en la guerra de la Segunda Coalición (1798-1802) contra una nueva alianza antifrancesa de potencias europeas. La Ley Jourdan de septiembre de 1798 había llamado a filas a todos los hombres solteros entre 20 y 25 años, aunque la llegada de reclutas inexpertos poco hizo para prevenir las primeras derrotas francesas en Alemania e Italia.
TRAS UNA DÉCADA DE REVOLUCIÓN, GRAN PARTE DEL PUEBLO FRANCÉS ESTABA CANSADO DEL CAOS.
Estos eventos mostraban a una República mortalmente inestable, plagada por la guerra, la corrupción y la agitación política. Gran parte del pueblo francés estaba cansada del caos tras una década de revolución. Habían pasado los días de 1789 cuando los decretos del gobierno revolucionario eran recibidos con una euforia casi histérica. Habían pasado también los días de participación masiva en la Revolución, cuando las insurrecciones populares dieron forma al destino de la nación. Aunque la gente no había olvidado la tiranía del antiguo régimen, esta se desvanecían en recuerdos lejanos mientras las luchas causadas por la Revolución seguían presentes. Para 1799, muchos estaban experimentando una fatiga revolucionaria y estaban dispuestos a dar la bienvenida al primer gobierno que ofreciera estabilidad y tranquilidad, incluso a costa de algunas de sus recién ganadas libertades.
Pero a medida que pasaban los meses, se hacía cada vez más evidente que la estabilidad no era algo que el Directorio pudiera proporcionar. Sin duda, el Directorio se había establecido con la estabilidad en mente y se había diseñado para mantener una cuidadosa separación de poderes. El Directorio fue el primero de los gobiernos revolucionarios de Francia en tener un parlamento bicameral: la cámara baja, el Consejo de los Quinientos, estaba compuesta por 500 diputados mayores de 30 años responsables de proponer y redactar legislación, mientras que la cámara alta, el Consejo de Ancianos, estaba compuesta por 250 diputados mayores de 40 años responsables de aprobar o vetar dicha legislación. El poder ejecutivo estaba en manos de un consejo de cinco hombres, los directores. Se suponía que fueran hombres políticamente experimentados elegidos por el Consejo de Ancianos de una lista proporcionada por el Consejo de los Quinientos. Para evitar que los mismos cinco hombres mantuvieran el poder indefinidamente se requería que un director elegido por sorteo renunciara cada año. Aunque ciertos directores, como el astuto Paul Barras lograron mantenerse en el poder durante toda la existencia del Directorio, la mayoría de los directores eran políticos poco capaces que contribuyeron a la reputación de ineficacia del Directorio.
A pesar de estas separaciones de poderes, el Directorio rápidamente cayó víctima de la corrupción e intriga política. En las elecciones de abril de 1797, los monárquicos ganaron la mayoría en la legislatura y tomaron medidas inmediatas para aliviar las restricciones sobre los sacerdotes y los emigrados. Esto amenazaba a tres de los directores republicanos moderados (Paul Barras, La Révellière y Reubell), quienes decidieron llevar a cabo el Golpe del 18 de Fructidor (4 de septiembre de 1797). Los directores moderados con la ayuda del popular general Napoleón Bonaparte pusieron a París bajo ley marcial, anularon las elecciones de 49 departamentos franceses y arrestaron a 214 diputados conservadores, 64 de los cuales fueron deportados a la Guayana francesa.
Al año siguiente, cuando parecía probable que los neojacobinos ganaran la mayoría, los directores aprobaron una ley que descalificaba a 106 candidatos indeseables de las elecciones para preservar nuevamente la mayoría moderada. La insatisfacción con la gestión de la guerra por parte del Directorio llevó a una mayoría de neojacobinos a ganar las elecciones en ambas cámaras legislativas en las elecciones de abril de 1799. Los neojacobinos actuaron preventivamente en el Golpe del 30 de prairial con la ayuda del general Barthélemy Catherine Joubert para forzar la renuncia de dos de los directores moderados (Barras mantuvo el poder al cambiar de bando). Aunque todos fueron pacíficos, tres golpes de Estado en tres años no auguraban nada bueno para el futuro de la República. Quedaba claro que se avecinaba un cuarto golpe de Estado, probablemente el último. La única pregunta era quién le asestaría el golpe mortal al Directorio.
Emmanuel-Joseph Sieyès nunca había simpatizado con el Directorio. En 1795 se le ofreció un puesto entre los cinco directores originales pero lo rechazó porque estaba fundamentalmente en contra de la Constitución del Año III. Cuando se le ofreció el cargo nuevamente en mayo de 1799, lo aceptó, no por haber cambiado de opinión, sino porque se dio cuenta de que era el momento oportuno para destruir el Directorio y el mejor lugar para hacerlo era desde dentro. Sieyès no era ajeno al cambio político. En 1789 había sido una voz líder del Tercer Estado cuando comenzó la Revolución al formar la Asamblea Nacional. Enemigo de Maximilien Robespierre, Sieyès se había visto obligado a mantener un perfil bajo durante los años de dominio jacobino; más tarde, cuando se le preguntó irónicamente qué había hecho durante el Reinado del Terror, Sieyès respondió sobriamente: "Sobreviví". Ahora, el hombre que ayudó a iniciar la Revolución buscaba ponerle fin. Lo único que necesitaba era amigos poderosos.
Sieyes descubrió que no faltaban hombres poderosos que esperaban beneficiarse a expensas del Directorio. Uno de ellos era Charles-Maurice de Talleyrand, un hombre peligrosamente ambicioso que había perdido su cargo de ministro de Asuntos Exteriores en julio después de que fuera sorprendido al solicitar un soborno a diplomáticos estadounidenses. Otro era Jean-Jacques de Cambacérès, el influyente y extravagante ministro de Justicia que accedió a financiar la conspiración. La participación de Joseph Fouché, ministro de la policía, resultó muy útil; Fouché tenía espías por todo París, ocultos entre los carniceros, peluqueros, cantineros y prostitutas de la ciudad, y, además, nunca había estado en el bando perdedor de un golpe de Estado (aunque los conspiradores podrían haberse consternado al saber que Fouché había hecho planes de contingencia para su arresto en caso de que la conspiración fracasara). La conspiración también incluiría a Roger Ducos, otro director que en la práctica era el fantoche de Sieyès, y a Lucien Bonaparte, diputado en el Consejo de los 500 y hermano menor de Napoleón. La conspiración tenía buenas oportunidades de éxito con una alineación tan formidable. Lo único que necesitaba ahora era la fuerza para respaldarla, un soldado al que Sieyès se refería como su "espada".
La "espada" que Sieyès tenía en mente era el joven, apuesto e intrépido general Joubert, que ya había demostrado ser útil para Sieyès durante el Golpe del 30 de prairial. A principios de agosto, Sieyès y Talleyrand aseguraron para Joubert el mando del Ejército de Italia, para que pudiera obtener algunas victorias más antes de que se lanzara el golpe. Desafortunadamente, apenas unos días después de asumir el mando, Joubert murió en la batalla de Novi el 15 de agosto. Sieyès se vio obligado a buscar una nueva "espada", alguien lo suficientemente popular como para asegurar el apoyo del ejército y del pueblo francés. De entre los candidatos posibles, había pocos que probablemente estuviesen dispuestos a ayudar a Sieyès a lograr sus objetivos. Jean Bernadotte era demasiado jacobino, y Jean-Baptiste Jourdan, héroe de la batalla de Fleurus, se negó rotundamente a ayudar en el golpe, aunque prometió no obstaculizarlo. Sieyès luego se acercó al General Jean-Victor Moreau, quien dudaba en involucrarse en política. A principios de octubre, mientras Sieyès visitaba a Moreau, llegó la noticia de que Napoleón Bonaparte acababa de llegar a Francia; al escuchar esta noticia, se dice que Moreau comentó: "Ahí tienes a tu hombre" (Doyle, 376).
De hecho, Napoleón fue la elección más obvia. El famoso conquistador de Italia había pasado el año anterior en campañas en el Medio Oriente; aunque la campaña de Napoleón en Egipto y Siria había sido en última instancia un fracaso, las victorias que había logrado en el proceso, como la batalla de las Pirámides, capturaron la imaginación del público francés. Cuando llegó a París el 16 de octubre fue aclamado como un héroe triunfante. Aunque Sieyès no simpatizaba con Napoleón personalmente y creía en privado que debería haber sido fusilado por abandonar a su ejército en Egipto, Talleyrand finalmente lo convenció de ofrecerle a Napoleón un lugar en la conspiración. Después de cierto debate, Napoleón aceptó y los hombres se reunieron en la casa de Lucien Bonaparte para trazar un plan.
El complot
El plan que los hombres idearon consistía en un golpe de Estado de dos días. El primer paso era sacar al Directorio de París; si permanecía en la capital, los conspiradores corrían el riesgo de que los neojacobinos llamaran al pueblo de París a armarse en defensa del gobierno. Así, en el primer día, Sieyès convocaría una reunión de emergencia del Consejo de Ancianos, a quienes se les informaría que se había descubierto un complot jacobino y que la legislatura tendría que reunirse al día siguiente en el palacio de Saint-Cloud, a 11 km (7 millas) al oeste de París, por su propia seguridad. Mientras tanto, Sieyès y Ducos renunciarían al Directorio y convencerían por coerción y soborno a los otros tres Directores para que también renunciaran. En el segundo día, Napoleón visitaría ambas cámaras legislativas y les informaría de que, debido a los complots jacobinos, la República estaba en peligro y solo podría ser preservada mediante la revocación y reemplazo de la Constitución del Año III. Se establecería entonces un gobierno provisional, liderado por Sieyès, para redactar una nueva constitución.
NAPOLEÓN EXPUSO LA DIFÍCIL SITUACIÓN DE LA REPÚBLICA, HACIÉNDOSE PASAR POR EL PROTECTOR DEL GOBIERNO QUE ESTABA A PUNTO DE DESTRUIR.
Era un plan peligroso; los golpes de estado dependían del impulso y al extenderlo durante dos días se corría el riesgo de exponer la conspiración. Sin embargo, los conspiradores decidieron seguir adelante con el plan comenzando el 7 de noviembre de 1799 (16 de brumario en el calendario republicano francés). Sin embargo, varios de los Ancianos sospecharon de la reunión de emergencia y tuvieron que ser tranquilizados, lo que obligó a los conspiradores a retrasar el plan; el nuevo "día uno" se designó para el 9 de noviembre (18 de brumario). En la noche del día 7, Napoleón cenó con los generales Bernadotte, Jourdan y Moreau, en un esfuerzo de última hora para solicitar su ayuda. Moreau fue persuadido para asistir arrestando a los Directores en el palacio de Luxemburgo, pero los otros dos se negaron; "Serás guillotinado", le dijo Bernadotte a Napoleón, quien simplemente respondió: "Ya veremos" (Roberts, 218). Al día siguiente, Napoleón aseguró el apoyo del Coronel Horace Sebastiani y el Noveno Regimiento de Dragones. Todo estaba listo.
A las 6 de la mañana del 9 de noviembre (18 de brumario), 60 oficiales del 17º Distrito y de la Guardia Nacional se reunieron en la casa de Napoleón en la Rue de la Victoire. Vestido de civil, Napoleón explicó la delicada situación en la que se encontraba la República y pidió su lealtad, haciéndose pasar por el protector del gobierno que estaba a punto de destruir. Mientras tanto, el Consejo de Ancianos se había reunido en el Palacio de las Tullerías, donde Lucien Bonaparte les informó del "complot jacobino". Por su propia seguridad, se obligó a los Ancianos a firmar dos decretos: el primero otorgaba a Napoleón el mando de todas las fuerzas armadas locales y el segundo trasladaba oficialmente la sesión del día siguiente de las Tullerías a Saint-Cloud. Aquellos Ancianos considerados más propensos a oponerse a los decretos simplemente no habían sido informados sobre la reunión de emergencia y no estaban presentes. A las 10 a.m., Napoleón se cambió a su uniforme de general y cabalgó hacia las Tullerías para tranquilizar personalmente a los Ancianos. En su camino, pasó por la Place de la Révolution donde tantos supuestos enemigos del Estado habían sido guillotinados durante el Terror; Napoleón al parecer comentó a un cómplice, "Mañana, o bien dormiremos en el Luxemburgo o terminaremos aquí" (Roberts, 219).
Más tarde esa mañana, Sieyès y Ducos renunciaron al Directorio y presionaron a los otros tres Directores para que hicieran lo mismo. Paul Barras al principio se mostró reacio, pero cedió después de que Talleyrand le ofreciera un soborno; Barras salió inmediatamente de París, escoltado por la caballería para asegurarse que no cambiara de parecer. Los otros dos Directores, Louis-Jérôme Gohier y Jean-François Moulin, mostraron más resistencia; a primera hora de la mañana del segundo día, fueron arrestados por las tropas de Moreau y obligados a renunciar. Una vez decapitada la cabeza del gobierno, el éxito del golpe dependía de la capacidad de Napoleón para convencer a las dos cámaras de disolverse.
Día dos: 19 de brumario
Napoleón entró temprano, flanqueado por granaderos leales, el 19 de brumario (10 de noviembre) en el salón donde el Consejo de Ancianos se había reunido en Saint-Cloud. Llegados a este punto, la mayoría de los diputados ya sospechaba que no había ningún complot jacobino y que estaban siendo objeto de un golpe de Estado. Al llegar, Napoleón pronunció un discurso:
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Están sobre un volcán. La República ya no tiene gobierno; el Directorio ha sido disuelto, las facciones se agitan; ha llegado el momento de tomar una decisión. Ustedes me han convocado a mí y a mis camaradas para apoyarles en su sabiduría, pero el tiempo es precioso... Solo quiero la seguridad de la República. (Roberts, 220)
El discurso de Napoleón fue aclamado por sus granaderos, pero no impresionó a los Ancianos, que permanecieron en silencio. En ese momento, uno de los diputados se puso de pie y pidió en voz alta a Napoleón que jurara lealtad a la Constitución del Año III como la única cosa que podría proteger a la República. Napoleón recordó a su audiencia los golpes de Estado de los últimos tres años, argumentando que la constitución ya había sido violada y que ya no tenía el respeto de nadie y, por lo tanto, había que reemplazarla. Napoleón y sus granaderos entonces se dirigieron a la Orangerie del palacio, donde se había reunido el Consejo.
El Consejo de los 500, dominado por diputados neojacobinos, le dio a Napoleón una recepción más hostil. Napoleón apenas había entrado en la sala cuando los diputados expresaron su indignación al ver a hombres uniformados en una reunión del gobierno. A pesar de la oleada de gritos, Napoleón subió a la tribuna gritando: "No quiero más de este faccionalismo; esto debe terminar". En una escena que recuerda la caída de Maximilien Robespierre, los diputados se levantaron gritando: "¡Abajo el tirano!", "¡Abajo el dictador!" y "¡Proscríbanlo!". Lucien, recién nombrado presidente del Consejo, intentó restablecer el orden, pero varios diputados ya se habían levantado de sus asientos. Rodearon a Napoleón, empujándolo e incluso abofeteándolo antes de que los granaderos pudieran sacar al general de la cámara. Después de que Napoleón se fuera, se propuso una moción para declararlo proscrito y varios diputados retuvieron por la fuerza a Lucien en la silla del presidente para mantener legal la sesión mientras votaban.
Según algunas fuentes, cuando le informaron sobre en qué estaba votando el Consejo de los Quinientos, Napoleón, quien nunca había mostrado signos de miedo en batallas, palideció y comenzó a temblar. Ya sea que esto fuera cierto o no, estaba claro que había estropeado la segunda fase del golpe. Lucien salvó el complot al salir de la Orangerie y se acercó a los 400 soldados que habían sido apostados para proteger a ambas cámaras. Lucien les dijo a los soldados que una minoría de diputados jacobinos, sobornados con oro inglés, estaban aterrorizando al resto del Consejo de los Quinientos y habían amenazado la vida de Napoleón blandiendo dagas. Les instó a dispersar la reunión; cuando los soldados vacilaron, Lucien sacó su propia daga y la apuntó al corazón de Napoleón, gritando, "Juro que apuñalaré a mi propio hermano en el corazón si alguna vez intenta algo contra la libertad de los franceses" (Roberts, 224). Este pequeño acto teatral funcionó. Los soldados marcharon hacia la Orangerie y sacaron a los diputados; muchos de ellos saltaron por las ventanas para evitar ser arrestados.
Más tarde esa noche, Lucien reunió a tantos diputados que apoyaban el golpe como pudo encontrar. Sin oposición presente, los diputados votaron por suspender ambas cámaras de la legislatura durante cuatro meses y expulsar a 61 de los neojacobinos del consejo. Después de votar para establecer un consejo provisional para redactar la nueva constitución, Lucien terminó la reunión y, así, el Directorio francés fue disuelto.
Consecuencias
El 11 de noviembre, Sieyès, Ducos y Napoleón fueron nombrados como los tres cónsules del gobierno provisional, encargados de redactar la constitución. Sieyès, creyendo que había ganado, tenía la intención de escribir la constitución por sí mismo, pero subestimó la capacidad política de Napoleón, quien instigó un verdadero golpe dentro de un golpe. Napoleón superó a Sieyès utilizando su popularidad y la fuerza de su personalidad; la Constitución del Año VIII, adoptada el 24 de diciembre de 1799, fue en gran parte obra de Napoleón y sus aliados. Sieyès se vio forzado a un retiro efectivo y Napoleón fue nombrado Primer Cónsul del nuevo gobierno de la República, el Consulado francés. La mayoría de los otros conspiradores, como Talleyrand, Cambacérès y Fouché, seguirían ocupando cargos en el gobierno de Napoleón. Inicialmente, Lucien también lo hizo, pero al final se desilusionó con el gobierno de su hermano y se exilió voluntariamente en Roma en 1804.
Ahora firmemente establecido en el poder, Napoleón proclamó a la nación que la Revolución Francesa había terminado; aunque esta afirmación había sido hecha por todos los regímenes revolucionarios anteriores, esta vez era cierta. Napoleón parecía ofrecer al pueblo francés la estabilidad y permanencia que deseaban, lo que llevó a muchos a aceptarlo incluso a través de su transición gradual hacia el autoritarismo y imperio. El período revolucionario había terminado: acababa de comenzar la Era napoleónica.
¿En qué fecha ocurrió el golpe del 18 de brumario?
El golpe del 18 de brumario tuvo lugar entre los días 9 y 10 de noviembre de 1799 según el calendario gregoriano.
¿Quién dirigió el golpe del 18 de brumario?
Los líderes del golpe fueron Napoleón Bonaparte, su hermano Lucien, Emmanuel Joseph Sieyès, Charles Maurice de Talleyrand, Joseph Fouché y Jean Jacques Cambacérès, entre otros.
¿En qué consistió el golpe del 18 de brumario?
El golpe del 18 de brumario consistió fue un golpe de Estado incruento que derrocó al Directorio francés y lo reemplazó con el Consulado francés. Este golpe se distingue por haber llevado al poder a Napoleón Bonaparte y por acabar con la Revolución francesa.
¿Cuál fue el rol de Napoleón Bonaparte en el golpe del 18 de brumario?
El rol de Napoleón Bonaparte en el golpe del 18 de brumario fue convencer a toda la legislatura de derogar la Constitución del año III y establecer un gobierno provisional.
¿Qué causó el golpe del 18 de brumario?
Entre las causas del golpe del 18 de brumario se hallan la impopularidad e inefectividad del gobierno francés, el deseo de estabilidad del pueblo francés y de finalizar la Revolución, además de las ambiciones personales de los participantes del golpe (Napoleón, Talleyrand, etc).
Soy un joven graduado de inglés y ruso. Me encanta la historia, el arte y la filosofía. A través de la traducción puedo ayudar a acceder al conocimiento para entender mejor el mundo y tomar buenas decisiones.
Mark, H. W. (2023, mayo 18). Golpe del 18 de Brumario [Coup of 18 Brumaire].
(L. M. C. González, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21512/golpe-del-18-de-brumario/
Estilo Chicago
Mark, Harrison W.. "Golpe del 18 de Brumario."
Traducido por Luis Mario Caso González. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 18, 2023.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21512/golpe-del-18-de-brumario/.
Estilo MLA
Mark, Harrison W.. "Golpe del 18 de Brumario."
Traducido por Luis Mario Caso González. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 may 2023. Web. 03 oct 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Harrison W. Mark, publicado el 18 mayo 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.